Ideas fundamentales
Si después de leer el resumen deseas adquirir el libro, solo tienes que hacer click en la imagen para comprar por Amazon.
Resumen
El cerebro del consumidor Durante los últimos 200 años, los estudios económicos estuvieron ligados a producir beneficios para los países frente a los riesgos geopolíticos, como la guerra, la hambruna y los desastres naturales. Pero en el siglo XX, el marketing retoma la economía para tratar de entender, predecir e incidir en los hábitos de consumo de las personas en los nuevos mercados y frente a competidores globales. “La industria en la economía emocional desarrolla entretenimiento, poesía e integra historias que hacen felices a la gente”. El supuesto de que las personas consumen y gastan de manera racional, con base en un esquema de costo-beneficio, es erróneo, pues otros factores afectan la decisión de compra; por ejemplo, la adopción de un producto o servicio por personajes de la vida pública (hoy conocidos como influencers), las condiciones ambientales en las que el consumidor entra en contacto con el producto y las ideas preconcebidas que este tenga al respecto de lo que se le ofrece, son algunos de los factores que no dependen de la racionalidad. Vender para la mente No todo lo que los consumidores compran obedece a necesidades o cálculos racionales. El marketing funciona precisamente porque convence, seduce o apela a motivaciones irracionales que tienen que ver con la forma en la que los consumidores se perciben a sí mismos. Esto implica que usted debe entender y estimular a su consumidor no solamente por la calidad y el precio de su marca, sino también al asociarla con otros indicadores de valor, cuya naturaleza es cualitativa y requiere una sensibilización distinta. “En una economía que comprende la importancia real del ser humano y de su acción creativa el éxito está asegurado”. La psicología y el marketing evolucionaron de manera paralela para tratar de comprender lo que pasa por la mente de las personas y los motivos detrás de sus acciones. La colaboración entre estas disciplinas cobra vida en el neuromarketing. Esta es la noción de que las marcas deben tomar en cuenta tanto los aspectos racionales como los irracionales que influyen en las decisiones de compra de sus consumidores. Por ello, entender el funcionamiento del cerebro del consumidor puede beneficiar la forma en la que usted y su marca se presentan, e incluso impactar positivamente la forma de trabajo de su organización. Los tres cerebros El cerebro humano se divide en tres partes complementarias, que en la vida diaria funcionan de manera paralela:
“El marketing emocional explota lo que el mismo consumidor le está entregando, sus ideales y su explicación del mundo en el que vive”. Una campaña de neuromarketing exitosa debe dirigirse a los tres cerebros (o cerebro Tri-uno), pues en la práctica funcionan juntos. Venderle algo al cerebro racional implica ponderar los beneficios de su producto o servicio en el mercado; pero para trascender la racionalidad y desarrollar una base leal de consumidores es preciso dirigir la comunicación también a factores que los consumidores mismos no aceptarían conscientemente ni racionalmente, tales como el sexo, el crimen o la sensación de seguridad. “Cada marca representa un estado emocional y un estado emocional está representado en un estilo emocional”. En términos de neuromarketing, estos factores se traducen en motivaciones de compra que no necesariamente son racionales, ni siquiera socialmente aceptables. Por ejemplo, cada segundo los consumidores gastan más de tres mil dólares en material pornográfico a nivel mundial. El mercado del narcotráfico se estima en beneficios de aproximadamente 400 mil millones de dólares anuales para el crimen organizado. A su vez, el presupuesto de los estados en materia de defensa aumenta cada año, y un sistema de seguridad para su hogar puede costar hasta 30 mil dólares al mes. El sexo, lo prohibido y el miedo siguen siendo grandes motivadores de consumo. La economía emocional El reto del neuromarketing es considerar al consumidor en toda su complejidad e integrar en la estrategia de comunicación los aspectos intelectuales, sociales, afectivos y éticos, entre otros. Dicha integración constituye la economía emocional, y es la base para entender el comportamiento humano al que se dirige la comunicación de ventas. La economía emocional se condensa en seis elementos clave:
La empresa emocional Para que su organización o marca encuentre lugar en la nueva economía emocional, es necesario que la estructura organizacional de su empresa cuente con una nueva sensibilización de todos los involucrados en el proceso de ventas, desde la dirección de estrategias hasta el diseño y la distribución. Dicha sensibilización radica en la capacidad de comprender que los consumidores no pueden agruparse a través de sus características demográficas, como en el marketing tradicional, sino que la estrategia de ventas debe cambiar y adaptarse a las nuevas tribus de consumidores, o tribus sociales.
Las tribus sociales
Las tribus sociales son una manera de diferenciar a grupos de consumidores que se identifican con valores, emociones o ideas, más que por determinantes objetivas como la edad, la clase social o el nivel educativo. Esta identificación se traduce en códigos emocionales que la empresa emocional debe saber interpretar y aprovechar, e incluso producir y modificar. En resumen, la finalidad de la empresa emocional es comprender y aprovechar el código emocional de la tribu de consumidores a la que se dirigen sus esfuerzos de venta. “La economía emocional requiere de organizaciones que trabajen sobre las dimensiones de bienestar y mejoramiento en el lugar de trabajo”. Para seducir a una tribu de consumidores es preciso apelar a la afinidad emocional que las personas sienten inconscientemente, a pesar de las diferencias de edad o ingresos entre sus integrantes. El énfasis del neuromarketing no está puesto en encontrar el target, sino en movilizar las afinidades que se traducen en opciones de consumo. Estas afinidades se expresan a través del código emocional. El código emocional Este puede definirse como la representación de las necesidades conscientes e inconscientes del ser humano. Su universo es simbólico y está sujeto al cambio constante, pues su naturaleza es la misma que la del deseo, por lo que agrupa tanto las emociones positivas como las negativas. Lo más importante del código emocional es que se identifica con la verdad de cada consumidor a través de las tendencias de los grupos sociales en los entornos económico, social y político. “Un código puede ser tan solo un sonido o un color, o también llevar implícita una promesa de servicio”. El código emocional es una expresión del poder del consumidor en la nueva era digital. Este poder no implica solamente la capacidad de agencia política (colectiva), sino la historia de cada consumidor. A su vez, este código se transmite primero a través de los easy adopters, un porcentaje relativamente pequeño de consumidores (menos del 15% del mercado) que adoptan las nuevas tendencias, y que por su lugar en la sociedad se vuelven modelos de otros consumidores más conservadores. El caso de los metrosexuales El término metrosexual lo usó por primera vez en 1994 el periodista Mark Simpson para referirse a una tipología de hombres que no se definían solamente por su orientación sexual (heterosexual u homosexual), sino por el cuidado que ponían en su aspecto físico. A partir de esta identificación, polémica en muchos aspectos, surgió el código emocional de “belleza masculina”. Este código fue la base de la creación de productos y servicios dirigidos no solo a quienes se identificaban como metrosexuales, sino también a quienes aspiraban a convertirse en uno. “La gestión del código emocional se convierte en una nueva competencia a considerar desde la educación que debe dársele inconscientemente al cliente”. El término de Simpson surgió como una crítica a la vanidad de ciertos ejecutivos y estrellas del deporte, como el futbolista inglés David Beckham; sin embargo, en un nivel inconsciente esa crítica se convirtió en un aliciente para producir una nueva gama de productos que iban en contraflujo con lo que un hombre tradicionalmente debía ser. En oposición al estereotipo del hombre descuidado y demasiado ocupado en su trabajo como para preocuparse por su aspecto físico, el código emocional se aplicó exitosamente por distintas marcas para celebrar la belleza masculina. Escenarios de aplicación del código emocional Los entornos culturales en los que se desarrollan los consumidores producen expectativas en ellos. Las modas surgen (y desaparecen) por los cambios en las identificaciones que los consumidores desarrollan con este tipo de expectativas, sean tecnológicas, políticas, espirituales o de otro tipo. Para aplicar exitosamente el código emocional en una campaña de neuromarketing tome en cuenta tres escenarios:
Vender a través de historias de éxito Una historia de éxito es la narración de cómo un problema o necesidad insatisfecha se solucionó gracias a un producto o servicio, intentando que el cliente se identifique con el estado de satisfacción posterior a la compra de este. Dicha historia de éxito no necesariamente se comunica con palabras, sino que se engloba en una narrativa audiovisual o sensorial más amplia, apelando a los distintos referentes compartidos por la tribu social a la que se dirige su estrategia de ventas. “Los lenguajes oral, escrito, musical, corporal o plástico se convierten en las palabras de las emociones del consumidor”. La marca Harley Davidson no solo vende motocicletas, sino la sensación de pertenencia a una tribu urbana mediante imágenes de libertad asociadas a carreteras, la velocidad y el compañerismo masculino. El consumidor se identifica con el código emocional del producto (pertenecer a una tribu y ser libre), incluso sin saber nada de motocicletas. Otro ejemplo es la marca de whisky Johnny Walker, que basa su comunicación en el código emocional Keep walking (“sigue caminando”). Este simple código ayuda a ilustrar la historia del progreso de la humanidad a través de algo tan sencillo como caminar. La comunicación de esta marca no vende una bebida alcohólica, sino la idea de que la voluntad de seguir adelante puede llevar al consumidor a cumplir sus sueños, progresar y superarse a sí mismo con éxito. “La historia detrás del producto es el deleite emocional del consumidor y se convierte en una herramienta de ventas extraordinaria”. La base de una historia de éxito es la inspiración, pues se enfoca menos en los atributos del producto o servicio que en la sensación de satisfacción que comunica a través de ellos. La comunicación de Coca-Cola no se centra en bebidas carbonatadas, sino en pequeñas historias de éxito, que van desde compartir con los amigos a promover un estilo de vida relajado, joven y deseable.
Resumen del sitio web GetAbstract
Los comentarios están cerrados.
|
SomosMenteSomos una compañía joven, creada en el 2013 con profesionales con más de 10 años de experiencia en Inteligencia de Negocios y Mercadeo. Mediante estudios cuantitativos y cualitativos obtenemos información del mercado para definir estrategias efectivas que le permitirán crecer y desarrollar tus proyectos. Categories
Todo
|